domingo, 24 de julio de 2011

Vivir en pecado

Domingo por la mañana. 
Como un milagro estoy despierto antes de las 9 am. Tocan el timbre de mi casa y salgo sin bañarme como debe ser un domingo tan temprano. 
Un par de señoras de la iglesia católica más cercana me entregan un par de folletos incitándome a llegar seguido. Me dicen que ellas me pueden ayudar a estar más cerca de dios.
Yo soy educado y por eso asentía a todo lo que me decían haciendo gala de diplomacia y respetando todo lo que me decían hasta que:
" ¿Ya ha sentido que está triste y que le falta paz? Es porque usted está en pecado. Cuando uno está en pecado es cuando se siente deprimido y no logra dormir por las noches. Es cuando uno se siente solo y triste. Es porque uno no tiene a dios en el corazón. ¿Le gustaría hacer una oración para que el señor lo libere de su vida de pecado?" 
Dije que gracias pero no me alcanzaba el tiempo. 
Sentí que dos perfectas extrañas me acababan de diagnosticar como pecador. Y que todos mis síntomas parecían coincidir. 
Hay que reinventar el pecado.

domingo, 17 de julio de 2011

Las despedidas

¿Cómo les gustan las despedidas?
Una despedida lleva una especie de manual. 
Ninguna despedida es mejor que la que se va escribiendo a diario. 
La despedida que se va repitiendo, que se va llenando como de escarcha, como una recaída.
La despedida eterna y silenciosa. La despedida que no se termina de decir nunca.
Cada despedida va adornada con todas esas cosas que se van abandonando. Ante cualquier despedida, el reflejo de lo vivido se va quedando como si la despedida fuera lo más falso del mundo. La única manera de sobrevivir a una despedida es volverse una. Uno no puede simplemente moverse y continuar. Uno es tan puro como su última despedida. En el fondo de cada despedida está la inalterable necesidad de no hacerla.
Yo quería una despedida, una manera de terminar las cosas interminables, de caminar sobre vidrios calientes sin sentirlos, de decir "olvido" y olvidar, pero todo aquel que me diga que ha dicho una despedida total, una despedida definitiva y real, no hace más que ponerla en un rincón. Lo único que se puede despedir para siempre es una despedida.
Mi despedida favorita todavía no la he hecho. Apenas voy escribiéndola.

miércoles, 13 de julio de 2011

Misión cumplida

Ya respiré.Ya soñé cosas que jamás pasarán. Ya vi gente morir. Ya se me secó la sangre entre los dedos.
Ya robé. Ya suspiré tan alto como no he gritado. Ya descansé luego de no hacer nada. Ya comí lo que no debería. Ya me enfermé gravemente. Ya me arrastré por la calle. Ya perdí la conciencia. Ya perdí mis últimos miedos. Ya terminé de contar las nubes. Ya escribí cosas que no entiendo. Ya conté una historia inútil, o dos, o tres, o todas las que cuento.
Ya comencé a rendirme. Ya terminé de pensar. Ya viví tanto como debía. Ya mentí, ya me mintieron. Pero yo mentí cuando dije que mentía.
Ya dejé lo que quedaba de mí.
Ya caminé sobre piedras calientes con un libro en la mano.
Ya escribí sobre hojas negras usando tinta negra.
Ya tapé el sol con un dedo.
Ya fabriqué murallas terribles.
Ya terminé mi propio apocalipsis.
Ya olvidé como tocar bien el piano.
Ya recordé cada olvido.
Ya anoté cada lista.
Ya terminé de escribir.

miércoles, 6 de julio de 2011

Esos pequeños detalles

 "Pequeña gota de lluvia, y yo que creí que eras eterna." 

Hay personas que son felices con un gato. El gato va como una compañía silenciosa pero latente. Yo nunca pude tener un gato. Al parecer soy alérgico desde niño a los gatos. Tampoco quise tener jamás un perro. Pero lo tuve. 
Cuando la trajeron hace 11 años pasaba por una pequeña pelotita recubierta de pelos rojos. Nunca se me ha dado la creatividad para eso de nombrar animales, así que por su extraña apariencia de orejas largas y paradas todo el tiempo, y esos grandes ojos, no se me ocurrió más que llamarla "loba". 
Así andaba la loba con nombre de perro del triple de su tamaño. Hay que aclarar que la loba medía menos de 30 cms de altura y casi 75 cms de largo. Era uno de esos extraños casos en que el perro parece otro animal. Ella parecía un zorro. Hasta era entre roja, café y naranja. Y yo sé, uno no debe ser tan sentimental por un perro. Sé que pasan muchas cosas más importantes. Sé que la gente duele, que muchas cosas duelen. 
Pero no puedo dejar de sentirme vacío cuando se va alguien que me quiso muchísimo más que mucha gente que si me lo podía decir.  
Ahora no sé como explicar eso que se va como acumulando entre las palabras y los hechos. Es esa circunstancia inexplicable en la que algo no volverá a estar nunca y es inevitable sentir su escandalosa ausencia. 
¿Cómo explicar esa ausencia en la alfombra de mi cuarto cada vez que me vaya a dormir de hoy en adelante?
En la casa ya no se necesitará caminar con cuidado para evitar patearla.  Ya no será necesario sacudirme sus pelos rojos de mis camisas. Ya no estará echada junto a mí cada vez que escribía en el blog, como ahora.
Ya no me verá con esos inmensos ojos cada vez que yo estaba triste y parecía acompañarme. Ya no tendré que reservar los martes para bañarla exhaustivamente hasta dejarla lo más limpia posible. 
Me imagino que a veces voy a sentir como siempre que su cola se menea golpeando la puerta de mi cuarto para dejarla entrar. Supongo que a veces es más fácil hacerse el fuerte y pensar que solo es un perro, que todos vamos a morir, que sus once años fueron suficientes, pero no puedo pensar así. Ahora me duele. 
Ahora es como ese momento en que se comienza a aceptar la ausencia, se comienza a aceptar el vacío.
No es cierto que solo era un perro. Era un pedacito de alegría por cada día que llegaba triste a casa.
Quizás soy muy cobarde por sentirme tan triste.
Todo se va. Hasta vos te vas.


* El epígrafe es un verso de Johanna Raabe que también le escribió a su mascota fallecida.

martes, 5 de julio de 2011

Declaración

Encender la televisión aunque sean ya muchos días sin verla. Leer una vieja revista como parte del deporte favorito, recordar. Escuchar "El Papa Benedicto XVI ha terminado de dar estas impactantes declaraciones. Las repetiremos para todos aquellos que no pudieron estar pendientes de tales revelaciones." Me comienzo a interesar en la noticia y subo la mirada de la revista al televisor.
Está en un rarísimo traje negro con su corbata igualmente negra y una expresión de infinita seriedad.
Comienza con su discurso y, con el correr de los minutos, mis ojos se abren con incredulidad ante las declaraciones de Joseph Ratzinger. No alcanzo a comprender el mundo después de todo lo que ha dicho.

Dice Ratzinger que renuncia irrevocablemente al cargo de líder de la Iglesia Católica. Menciona entre sus motivos, la mentira que se ha multiplicado durante siglos sobre el origen de la iglesia, su acumulación de riqueza y sus dogmas.
Dice el ahora ex-pontífice, que siente culpabilidad luego de tener en sus manos pruebas contundentes que mencionan como la organización previa a la iglesia católica falsificó las supuestas "pruebas históricas" de la existencia de Jesús y sus apostoles. Menciona que los cardenales de alto rango así como sus secretarios, siempre han sabido la verdad y nunca han querido revelarla por la necesidad de la iglesia de mantener su status en el mundo. 
Dice que ha disuelto la iglesia así como todas las instituciones conformadas por la misma.
Dice que los bienes de la iglesia serán entregados a museos para el bien de la humanidad.
Aclara que los creyentes están en toda libertad de creer en lo que les parezca correcto, pero advierte que la iglesia católica y su sistema de creencias formal ha dejado de existir.
Mi abuela está al borde del colapso. 
No sé qué decir.Siento que mi abuela no estaba preparada para saber, para recibir esas verdades. Y me alegro por toda esa gente que no sabía y ahora puede sentirse menos atada.
Creo que debo decirle algo a mi abuela. La abrazo mientras ella continua con cara de tristeza y sin otra reacción aparente. 
Despierto.


Por eso es que usted no debe acostarse toda una tarde a dormir. Tiene 3 o 4 sueños y todos son sobre cosas extrañas. 
Lo que descubrí es que no estoy preparado para que me derriben mi sistema de creencias.

domingo, 3 de julio de 2011

No vale la pena




"- Podrá parecer que sufro... podrá parecer que me muero. Es eso. No lo vengas a ver, no vale la pena."

viernes, 1 de julio de 2011

Puente número 3

Hay un puente en el que todo el que va se suicida.
Hay dos caminos para llegar a ese puente.
Hay una persona que los ha visto morir a todos y no les hace advertencia alguna.
Hay una persona que únicamente llama a la policía a reportar los muertos.
Hay una persona que ha perdido dos perros porque al llegar a la mitad del puente se lanzan al vacío.
Hay una persona que jamás ha querido cruzar el puente.
Les cuento lo que encuentre.

Ida y vuelta

Sentado en la banca. La lluvia de hace una hora se ha acumulado en un pequeño charco con basura. Espero a que algo pase. La vida es una elección entre esperar que algo pase y hacer que algo pase. Mi mano trata de escribir y a mi mente le vale. No tengo nada que decir. Siempre hay algo que decir. No quiero decir nada. ¿Por qué no decir lo que quiero decir?
El perro se acerca y bebe del charco. Roza el lomo en la banca en el borde que hay antes de la banca en que estoy sentado. Miro sus ojos. Siento la tristeza del ser irracional. La tristeza del instinto. Me ve y lo veo. Mis ojos se ponen tristes. Me ve y sigue rozándose en el borde por culpa de las pulgas, la sarna o esas cosas que les suceden a los perros. Me siento y tomo el cuadernito de apuntes. Quiero decir algo. La gente sigue riendo. Yo veo a perro y sus ojos van entre el agua y quien lo observa.
Lo veo. Lo siento. Está en mí. Me toma esa sensación de saberme entre tomar agua y seguir observando a mi alrededor.
Lo veo. Me siento cada vez más triste viendo esos ojos.
Me voy a mi casa. Quiero tomar agua y verme al espejo. Una vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez.