Han pasado casi dos meses y uno apenas comienza a entender. La vida no sigue siendo la misma, por más que pase el tiempo.
Cuando sos niño, te van moldeando, te van agregando instrucciones, referencias, tradiciones, creencias y obligaciones. Entre las cosas que me inculcaron, estaban las celebraciones. Desde pequeño las maestras te fomentan las manualidades sencillas que llenan el momento de la celebración y crean una amorosa tradición.
Cuando murió papá, yo tenía 10 años, y fue extraño cuando con mi hermana nos veíamos en la duda de qué hacer con el regalo del día del padre que nos hacían hacer en el colegio. Poco a poco fuimos entendiendo que la ausencia ya era suficiente dolor. No nos quedó ninguno de los regalos que le hicimos con manualidades.
Hoy, que mamá cumplirá dos meses de haber partido, este es el primer día de la madre en que ella no estará acá con nosotros físicamente. El primero en que no la llevaremos a comer, tradición que creamos hace solo unos 10 años, cuando mi hermana y yo nos vimos en una situación económica lo suficientemente buena como para permitírnoslo. Esta vez, también, vemos con mi hermana todas las cosas que mi mamá guardó, y usó, de todo lo que le dimos como manualidades cuando éramos niños, aunque nunca dejamos de ser sus niños.
Encontré un portalápices que le hizo mi hermana con una lata de jugo y palitos de paleta, que lleva una foto. Unos cuadernos que le forramos de tela roja y le dimos para que usara como diario, esos creo que los hicimos en cuarto y segundo grado.
Encontré además las tarjetas de cumpleaños, otra tradición que creamos hace unos 10 años. Mi mamá, la niña que no pudo vivir cumpleaños porque vivió en la conformidad de la pobreza, que nunca pudo estudiar la universidad porque conoció a mi papá a sus 19 años y dejó sus estudios sin haber concluido bachillerato, que pudo terminar el bachillerato, ya sin necesitarlo, a sus 33 años, justo el año que papá murió. Ella tuvo cumpleaños, tuvo celebraciones, tuvo regalos, tuvo viajes, se enorgullecía de nosotros. Este es su primer día de la madre, lejos de nosotros. Y solo físicamente, puesto que acá, la sentimos siempre. Mi hermana y yo la sentimos, la extrañamos, y nos cuesta aún aceptar la ausencia. La sensación de vacío.
Esta es la primera vez que al amanecer el 10 de Mayo no la voy a poder abrazar y decirle que la quiero, y ella, que no terminaba de acostumbrarse a celebrar esto aún, siempre nos decía que ela también nos quería. Nunca pude llevarla a los conciertos que venían para el día de la madre, ni a Juan Gabriel, ni a Mocedades, ni a Rocío Durcal, ni nada de eso. Entonces no podía por falta de dinero. Y cuando pude pagarlos, ya no venían o ya los artistas habían muerto.
He tenido que aceptar tantas primeras veces.
La primera vez que me perfumé totalmente para salir, luego de bañarme, sin mi mamá diciéndome: "Qué oloroso, viejo. ¿Para donde va?
La primera vez que ordenamos comida con mi hermana sin preguntarle, ¿Qué quisiera comer, mamá?, y sin escucharla pedir Pizza Hut no sin antes decirnos que la pidiéramos de lo que sea, que ella lo que quería eran los palitroques. Amaba esos palitroques.
La primera vez de ir al centro sin encontrarla allá porque ella se había ido antes, y yo me había ido a cortar el pelo a la misma barbería que me llevó desde niño.
La primera vez de rasurarme sin tenerla fuera del baño diciéndome: !Qué guapo, viejo!
La primera vez de escuchar su música sin tenerla a ella intentando seguir la canción.
La primera vez de escuchar su ringtone sin que sea su teléfono. Amaba su ringtone de la Quinta Estación.
La primera vez de ir donde la abuela a cortar aguacates sin tenerla a ella emocionada contándolos para luego feliz regalarle a sus amigas.
La primera vez de salir de bañarme a peinarme y no encontrar en el peine que uso, uno de sus colochitos. Extraño encontrar sus colochitos en todas partes.
Y es duro. Probablemente lo más duro que he vivido, y eso que vivo en uno de los países más inseguros del mundo, donde me han apuñalado, me ha arrastrado un bus, me mordió un perro, me quebré la cabeza en un parque, me ha tocado vivir terremotos, y todas esas situaciones, las viví junto a ella. Y nunca nada me dolió tanto como no tenerla.
Hace 2 años viajé de vacaciones a España y Francia. El día que llegué a España, di muchas vueltas, y en la noche, antes de dormir, me sentí terriblemente solo. Fue solo una triste muestra de esto que ahora se convirtió en la primera vez que fue dormirme sin escucharla darme las buenas noches, mientras se acostaba antes que mi.
Me faltó tanto.
Me faltó aprender a cocinar más cosas que ella experimentaba.
Me faltó hacer tantas cosas de jardinería con ella. Ahora yo cuido su jardín, y me pone triste.
Me faltó aprender a vivir sin ella.
La vida es difícil, y eso siempre lo he sabido, pero con ella era más soportable, y todo parecía tener sentido.
Hoy, seguir adelante es el sentido.
Por primera vez, el día de la madre lo celebraré yendo a verte a donde descansan tus cenizas.
Te amo, mamá. Siempre.
Aun seguiré aprendiendo. Por vos, por nosotros. Haré todo lo que me faltó, lo que nos faltó, por vos, gordito.