Raúl:
Se te hará rarísimo leer esto. Aún hay tiempo y debés aprovecharlo.
Ya sabía que sos un curioso de primera y esto lo ibas a encontrar en el tomo 2 del diccionario enciclopédico que nos regaló papá, y por eso lo dejé ahí.
Te escribo por razones sencillas. Ahorita lo más probable es que no me entendás. Pero tranquilo, tenés que terminar de leer.
Pensás que lo que te pasó el año pasado con la niña que se fue para Estados Unidos es fuerte, yo sé. Pensás que no te volverá a pasar. Mirá, no es por preocuparte, pero eso apenas comienza para vos. Estás por cumplir 10 años en este 1993 y debés estar consciente que ajá, eso se siente cuando querés a alguien más de lo que te querés a vos mismo. Además entendé, Estados Unidos es lejos. Bastante lejos. Nada más mirá en el almanaque mundial que nos compró papá en diciembre.
Y es precisamente por eso que te escribo la carta.
Debés estar un poco listo. Nos quedan unos meses con papá. Ni siquiera un año. Sé que nunca fuimos demasiado apegados a él en los primeros 10 años. Pero creeme que después te hará falta. Sé también que creés que después que se nos ha muerto un hermano y un abuelo, esto no puede ser más trágico, pero lo será. Raúl, esto nos va a cambiar la vida para siempre.
Todo lo que serás en el futuro está basado en ese momento.
Tu carácter, tu personalidad y tus ganas de seguir, está todo basado en ese momento.
Claro que seguirás jugando y te seguirás enamorando de las niñas equivocadas y te golpearán, y seguirás leyendo, y serás antisocial a veces, y otras veces un payaso. Es natural.
Sé que a esta edad nosotros pensamos que estamos destinados a ser algo enormemente importante. Pues dejame decirte que eso es relativo. Si, te preguntarás qué es eso de relativo. Es algo así como que tiene diferentes formas de verse. No te lo explico porque debés aprenderlo por tu cuenta, pero si debés saber que todas tus experiencias se van a potenciar con lo que enfrentarás en la vida después que se vaya papá.
Si alguna vez lo ves callado, como triste y pensativo, no le digás nada. Llegá y sentate con él. Porque no nos queda más tiempo.
Si alguna vez sentís que lo has lastimado, no te disculpés. A papá no le bastan las disculpas. Llegá y abrazalo. Él entenderá.
Llegará un momento en el que lo culparás de todo lo que nos sucederá, pero no es cierto. La vida, Raúl, tiene muchas circunstancias que no tenés que entender. Tenés que vivirla para superarla.
Algún día te enojarás tanto que pensarás que papá debería estar en el infierno por todo lo que causará su partida, pero quiero que entendás que todo, las tristezas, desgracias, desaciertos y peligros que traerá ese hecho, son lo que formarán el hombre que ahora soy.
Yo sé que a veces después que suceda lo de papá, necesitarás abrazarlo, decirle como te sentís, llamarle a su oficina en los ferrocarriles, como a veces hacíamos. Por eso aprovechá.Papá no es perfecto, jamás lo ha sido, ni lo hemos pretendido. Ni él ni nosotros.
Mirá, a tu edad todos los niños piensan que sus padres serán eternos. Por eso quiero que entendás que no es cierto. La eternidad es una apariencia. Te da miedo, yo sé. Pero no será una pesadilla. Es realidad.
No me preguntés porqué pasan esas cosas. Yo no lo sé.
Nada más entendé que no debés dejar de sentir la tristeza que has aprendido hasta estos 10 años. Esa es la tristeza más sincera. La que vale la pena.
Tampoco dejés de sentir el amor que has sentido hasta ahora, por esa primera niña que lo sentiste. Ya sabés, por la que sentiste ese vacío cuando se fue. Te prometo que la vas a recordar para siempre.
No dejés de sentir eso porque será lo más honesto. No dejés de hacerlo en el futuro. Todo ese tiempo me volverá el hombre que ahora soy.
Perdón si no te hago llegar esto a tiempo.
Sé que nada te prepara para la vida.
Yo solo quiero que no dejés de ser como sos.
Raúl. 29 mayo 2012