Digamos "MIERDA"

Moter: "Mejor digamos mierda"
(Luz Negra de Álvaro Menéndez Leal,Acto único, Primer cuadro. )

En días como éste, uno quiere mandar a la mierda la vida.Estoy indignado, y no por tonteras. O no sé, califiquelo usted.
Esto lo pone a pensar a uno.
Sobre todo cuando se tienen frescos recuerdos.
Mi país solía hacerme feliz.
Pero caminar por las calles de San Salvador, ver la desidia de la gente para con sus propios compatriotas me hace sentir enfermo.
Yo solo quería sentirme mejor. O quizás un poco menos miserable.
Pero no lo logro. No puedo dejar de ver la miseria rondando por cada sitio donde miro. Y la pobreza. Y recuerdo como con sorna en la universidad se le apodaba a tres niños hijos de las señoras de las ventas: "Miseria, pobreza y hambre". Por la única razón que una siempre iba de la mano con la otra. Y los tres niños iban de aquí para allá jugando.
El sábado dí vueltas por el mercado central con mi madre que es fanática de comprar algunas cosas allá. Por ejemplo, sabe que el único pan dulce que me encanta, cuyo nombre desconozco, solo lo encuentra allá.
Y las mismas viejitas son las que le venden desde hace más de diez años.
Y mientras ella compraba, yo me sentía mal de haber permitido que todo se volviera un caos. Que socialmente la gente tenga que vender en esas condiciones y obligarse a tomar calles como suyas para poder subsistir. Y es mi culpa. Porque aunque no hice, dejé hacer.
Las calles llenas, sucias. La gente comprando, porque ahí si les alcanza para comprar su canasta básica. Con una b cada vez más pequeña. Los trabajos que uno y otro candidato prometen, no se los pueden sacar de la manga. Y lo peor es que todo problema tiene su raíz. Y la raíz es la desigualdad. Y otra vez, no voy a meterme con esa cosa que le llaman odio de clases y esas yerbas, total de eso no sé.
Lo cierto es que odio vivir en este país y no poder hacer nada para cambiarlo.
Odio tener que soportar el sábado viejitas vendiendo coras de ejote para poder sobrevivir con lo justo, asoleándose y con la piel curtida de tener que trabajar a sus 75 o quizás 80 años de vida.
Odio luego el domingo en mi trabajo en La Gran Vía, ver las filas de señores cheles con sus respectivas hijas y gente bien, vestida a la moda y con su Ipod a la mano y su blackberry de última generación.
Yo sé que la gente tiene lo que tiene porque trabaja para ello. Nada viene regalado. Al menos es lo que me han dicho. No me consta, pero lo supongo.
Pero la gente no debería aprovecharse del trabajo del otro para sacar ganancia. Ni pisotear su derecho de sobrevivir para vivir mejor. Todo esto es una injusticia del tamaño de la luna. Pero el mundo es pequeño, cínico, sucio. Y nadie contribuye. Yo amaba a alguien que quería cambiar el mundo. Alguien que le duele el mundo. Ella siempre decía "Deja el mundo un poquito mejor de lo que lo encontráste". Y era feliz viendola hablar de sus proyectos, de los niños sordomudos a los que les iba a enseñar lenguaje de señas. Hablar del proyecto de casa para niños que tiene, para el que ya tiene terreno y financiamiento. Y me pregunto a veces,¿Porqué yo no he hecho nada? Y soy tan culpable como el que más.
¿Y qué puedo decir?
¿Hay algo que yo pueda hacer?
Este es un mal momento para sentirme patriótico.
Mejor digamos MIERDA.