Llegan siempre los últimos días de octubre.Llegan fríos y sin miedo.
Siempre llegan y nunca se me olvida nada.
No se me olvida lo diferentes que eramos.
No se me olvida que él era el único que solía terminar de rezar el rosario con la abuela, mientras yo me hacía el dormido en los primeros padres nuestros.
Menos podría olvidar cuando le quité sus juguetes. Lo hacía constantemente y jamás se quejó.
Toda la vida recordaré esa vieja foto que nos mostraba a los 3 hermanos con su distinta personalidad.
Mi hermana feliz de ser el centro de atención, yo sonriendo y viendo hacia otro lado como si supiera que era muy importante para la foto. El miraba melancólicamente. Resulta una tarea complicadísima encontrar entre sus escasas fotografías, al menos una en la que esté sonriendo abiertamente como se las toman todos para las redes sociales en estos días. Todo para mostrar el lado que queremos que se conozca. ¿Quién quiere que conozcan su verdadero ser?
Quizás él fue realmente el más honesto de los 3 hermanos. Más honesto de lo que yo seré jamás.
No heredé nada de él cuando se fue. Nada. La verdad es que siempre fuimos totalmente distintos.
Este mayo debió cumplir 30.
Me pregunto a veces si mi vida sería al menos un poco distinta si él estuviera acá.
Hoy, en estos últimos días de octubre, se cumplen 21 años desde que murió luego de una fulminante enfermedad, que los médicos del Bloom sin mucha certeza diagnosticaron como Leucemia.
A veces, su foto en mi billetera me ayuda a recordar que una vezz estuvo acá, que los muertos no se mueren con sus cosas o sus recuerdos, que se fue, y que está.
Tampoco podré olvidar esa cena una semana después que lo enterramos en el cementerio de los ilustres, en la zona para pobres, obviamente, cuando justo a la hora de comenzar a comer, el plato amarillo que me había sido asignado desde el principio de mi infancia, se movió desde mi lugar, lentamente hasta quedar fijo en el lugar ahora vacío,en el que solía comer mi hermano.
Durante mucho tiempo, mientras mi madre no superaba su muerte, creía junto a ella, que Luisito no nos había dejado.
Hoy creo que se fue hace mucho tiempo.
Pero no se me olvida.
3 Manchas en la pared:
la vida eterna siempre existe en el recuerdo
Me quedó la duda con lo del plato amarillo.
Perder a un hermano ha de ser duro.
Gran entrada, Raúl.
¡Saludos!
debe haber sido dificil, un saludo caluroso
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