martes, 27 de junio de 2017

Dudar

La semana pasada pregunté en el trabajo, por pura diversión, quién había sido el maestro favorito de cada uno. Quería saber anécdotas entretenidas sobre los maestros.
Como ya se sabe, entre las muchas cosas tontas, o quizás no tanto, en que creo, es en la vida extraterrestre. Por aquello de lo ridículo de creernos tan especiales como para ser los únicos seres con vida en el espacio infinito. Por eso para mí la respuesta fue sencilla. Más que sencilla.
Les dije, y me ocasionó un poco de burla de parte de mis compañeros, que mi maestro favorito había sido allá en el ahora lejano 1997 el maestro que en Octavo grado me hizo creer en la vida alienígena. Claro, dicho así tiene toda la razón de ser un argumento risible. Pero la cosa no es así de simple.
Lo que me enseñó mi entonces maestro de Ciencias Sociales, fue algo más que lo que necesitaba aprender sobre los procesos históricos del mundo y del país en específico, hasta llegar al final de nuestra cruenta guerra civil. Lo que en resumen me enseñó mi profesor de Sociales fue a dudar. A dudar siempre y tener la necesidad de conocer más siempre, a fin de armar mi propio criterio. Correcto quizás, incorrecto tal vez, pero después de mis clases de ese año aprendí a buscar incansablemente para armar mi propio criterio de las cosas. Y dudar sobre todo. Confirmar todo antes de darme por servido.
Aprendí a dudar las versiones de la historia que cuentan los ganadores.
Aprendí a dudar sobre las teorías científicas, y a confirmarlas aprendiendo siempre más.
Aprendí a dudar sobre los dogmas religiosos, hasta liberarme de ellos unos 5 años después, irónicamente después de haber pasado por un bachillerato religioso.

Y después de todo, todavía recuerdo todo lo aprendido y todo lo que he seguido ganando, porque entre todas las cosas aprendí que aprender era el camino infinito, y que yo nunca sería el autodidácta, aquel personaje de Sartre en La Náusea, porque nunca voy a saberlo todo. Y está bien. Es perfecto.
Gracias, Profesor Herminio Pérez Meléndez.