miércoles, 25 de septiembre de 2013

Los locos tomarán el mundo

Todos tenemos un conocido loco. Los vemos andar por las calles de la ciudad con el pelo lleno de tierra, la ropa deshecha y el cuerpo lleno de llagas. Otros van desnudos por ahí, mientras los niños les gritan y los perros les ladran. Son la burla. Son adornos atrofiados, recuerdos de una ciudad desconocida. 
Desde pequeño tuve mucho contacto con locos. Frente a mi casa vivía, y debe vivir aún, puesto que el que se mudó fui yo, un hombre del que se decía que se había vuelto loco luego de experimentar con drogas a inicio de los ochenta.  Era alto, fornido, muy blanco y con el largo cabello rubio cayendo sobre sus hombros. Salía con un cuaderno y hacía anotaciones que no mostraba a nadie. Me saludaba detrás de esos enormes anteojos negros Ray Ban, mientras su familia le contaba a mi mamá lo peligroso que era cuando se ponía histérico. Una vez había golpeado hasta dejar inconsciente a su propio padre. Otra vez lo escuché reclamarle a su mamá que le diera dinero para comprar drogas. Y la hecatombe de sonidos de destrucción que se escucharon, seguida de los portazos. Jamás lo ingresaron en institución alguna. "Maurice", a quien todos se acostumbraron en solo llamar "Moris", era el loco oficial del edificio. Y probablemente siga ahí.

Barú, "el mago", era como todos conocían a Richard, el que alguna vez fue un brillante joven que se fue a estudiar la universidad a los Estados Unidos, en aquel tiempo en el que los setenta terminaban y las drogas "recreativas" estaban a la orden del día. Regresó y no se hizo cargo de la pequeña empresa de miel que tenían en la colonia. Luego, andaba por la calle y, por una simple moneda, te hacía el truco de traspasar los aros de metal uno sobre el otro, mientras fumaba ataviado de su disfraz de mago cuasi turco.Siempre opinaba de política, con la sapiencia ancestral de un mago drogado.  El loco oficial de la colonia desapareció de mi vida cuando me mudé a mi actual casa. Fue hace 5 años. Dicen que hace un par de años, Barú finalmente murió. Yo no creo, porque él decía que jamás se iba a morir. 

En mi colonia había una señora que juraba que su hija era Lady Gaga, y que la había mandado a los Estados Unidos para que tuviera una vida mejor. Ahora Lady Gaga solo le mandaba sus discos, sin ningún agradecimiento por haberla llevado a la posibilidad de ser la superestrella que era hoy. 
Conocí a otra señora que decía que tenía cientos de millones de dólares en cuentas en Europa, de dinero proveniente del estado iraní, porque ella había sido una de las esposas del Shá de Irán, antes de la revolución de 1979, y que después le tocó escapar y, claro, qué mejor que escapar hacia El Salvador. 
Un amigo me contó que había escuchado sobre una señora que decía que era hermana de la Reina de Inglaterra, y que había tomado la decisión de vivir en pobreza porque así era mejor. 

Estoy leyendo a Hernán Rivera Letelier, novelista chileno ganador del Premio Alfaguara 2010 gracias a su libro "El arte de la resurrección".  En dicha novela, Domingo Zárate se autoproclama el enviado de dios, el profeta elegido. Y en uno de sus párrafos menciona algo sobre la "Nave de los locos", un barco que enviaban hace unos 4 siglos, en el que enviaban a los locos y abandonaban el barco a mar abierto, para que los locos sobrevivieran hasta donde lograran hacerlo, que generalmente era muy poco.
Y uno se vuelve loco al perderle las razones a todo. ¿Por qué hago esto y no aquello? ¿Por qué obedezco esta convención social? ¿Por qué pienso como pienso? ¿Por qué existen los límites?
Y la locura está ahí, como dormida hasta el final del tiempo. 



El villano más enigmático e interesante del universo de DC Comics, en "The Killing Joke", intenta hacerle ver a Batman que no hace falta más que un mal día para volverte loco, para matar toda la racionalidad que te quede. Como siempre, el villano es arrestado por Batman, por lo que al final el Joker le hace ver que no son tan diferentes el uno del otro. 
Al Joker, toda la invitación a reformarse que le hace Batman le recuerda un chiste:
"Había una vez dos tipos en un manicomio y una noche deciden que ya no les gusta vivir en él. ¡Así que deciden escaparse! Entonces se suben al tejado y ahí, ven las azoteas de los edificios de la ciudad, que se pierden en el horizonte bajo la luz de la luna [...] que se pierden hacia la libertad. El primer tipo da un salto y cruza sin problemas. Pero su amigo no se atreve —porque teme caerse—. Entonces el que ha saltado tiene una idea y dice: «Llevo una linterna encima alumbraré con ella la distancia que separa ambos edificios para que así puedas caminar por el haz de luz». Pero el otro niega con la cabeza, y dice: «¿Pero acaso crees que estoy loco?. ¡La apagarías cuando fuera por la mitad!». "


¿Cuántos locos ha conocido usted?



domingo, 15 de septiembre de 2013

Patria ficta

192 años de patria.


Mi patria son el 2 por 1 de Mister Donut, la cerveza Cadejo, las mejores campañas. La patria es un concepto, una estrategia publicitaria, un slogan encerrado en símbolos fenecidos. Mi patria es la lucha de una clase que se rebeló contra una monarquía, para imponer su propio estilo de gobierno. Somos la patria que heredamos, y estamos haciendo mierda la que van a heredar después.  Mi patria son 3 candidatos y millones de candidotes que votan por ellos.
Mi patria son las camisetas azules desteñidas, las banderas pegadas en la puerta de casa para que La Prensa Gráfica te regale un vale de supermercado o algo así. 
La patria es el color de un porvenir manchado, es aprender a contar con frijoles, aprender a cambiarle el nombre a las cosas, aprender a sobrevivir. 
La patria es mi hermana siendo reina de la independencia a sus 5 años y medio en aquel lejano 1991, gracias a los votos que mi papá compró. La patria es mi hermana con su banda, su corona y su felicidad infantil, la felicidad que jamás se recupera.
La patria es un callejón con las paredes llenas de grafitis. La patria es el olor a sangre en las colonias populares, el olor a sudor en los autobuses, los viejitos vendiendo chicles para vivir. 
La patria es nuestra construcción social imaginaria para sentir que pertenecemos a algo. Es la solución a nuestra necesidad de refugio. Es tu café de la tarde, tus tostadas de plátano, tus insultos que nadie más entiende, tu trago adulterado, tu soledad. Ya me queda poco orgullo.
Mi patria es mi tristeza, mi odio a las multitudes, mi necesidad de escribir llenando páginas y páginas de puras estupideces. Mi patria es arte acribillado. Mi patria soy yo, alejado de mis amigos, aislado de todas esas cosas que me dan miedo y que en mi cobardía me han hecho entender que lo que queda es el vacío. 
Mi patria soy yo. Mi patria es ficción.

999 formas del amor. Forma #20

Restaurante capitalino. 
Juegan los 2 equipos con mayor fanaticada en El Salvador. No son Alianza, ni Firpo, ni FAS, ni Águila. Ni siquiera es la selecta porque el apoyo popular, y por ende el patriotismo, ha decaído una vez se conoció que los jugadores, antes héroes de la patria, se ganaban unos cuantos miles de dólares vendiendo resultados de los partidos. Digamos que algo así como nivel amateur de funcionarios de gobierno. Pero no juegan ninguno de ellos. Juegan el Barcelona y el Real Madrid, esos equipos que desconocemos porqué hemos apoyado desde hace décadas.
Primero juega el Barcelona. El Sevilla pone resistencia durante mucho de los 90 minutos. Al final, decenas de cervezas de por medio, puteadas, y coqueterías con las meseras aparte, el Barcelona gana con un poco de polémica 3-2. 
Luego es el turno del Real Madrid, que aflictivamente consigue un empate a 2 de visita con el Villareal. 
Pero las puteadas no importaban, ni las cervezas, ni el sonido ambiente que no permitía hablarse. El amor era la pareja, ambos de unos 40 años, ella con la camiseta de Neymar, él con la camiseta de Cristiano Ronaldo. Abrazados durante todo el partido. Celebrando los goles del equipo contrario. Sonriendo. Compartiendo. Amando.

lunes, 2 de septiembre de 2013

999 formas del amor. Forma #14

Fuera de mi colonia suelen deambular un par de ebrios. Son una pareja de la que ya he hablado antes en este blog, estoy segurísimo. Son una pareja de ebrios que no le hacen daño a nadie. Los famosos bolitos de la colonia, a los que nadie pone atención, y los que si les ponen atención, solo sienten lástima por ellos. 
Ayer, venía muy tarde a casa y la calle estaba solitaria, a excepción de la pareja de borrachitos. 
Ella se ve unos 10 años más joven que él, aunque podrían tener cualquier edad. No hay forma de saberlo. 
Él le lleva una bolsa llena de ropa, porque obviamente, viven en la calle. Ella le dice, ebria como está, "Adán, tengo frío". Él se toma el último trago de la botella plástica de licor barato, la tira, la toma de la mano, luego la abraza y dice: "Te quiero,(murmura el nombre pero no logro entenderlo)". Se abrazan. Y el mundo es un poco mejor. Aunque sea solo un poco.