192 años de patria.
Mi patria son el 2 por 1 de Mister Donut, la cerveza Cadejo, las mejores campañas. La patria es un concepto, una estrategia publicitaria, un slogan encerrado en símbolos fenecidos. Mi patria es la lucha de una clase que se rebeló contra una monarquía, para imponer su propio estilo de gobierno. Somos la patria que heredamos, y estamos haciendo mierda la que van a heredar después. Mi patria son 3 candidatos y millones de candidotes que votan por ellos.
Mi patria son las camisetas azules desteñidas, las banderas pegadas en la puerta de casa para que La Prensa Gráfica te regale un vale de supermercado o algo así.
La patria es el color de un porvenir manchado, es aprender a contar con frijoles, aprender a cambiarle el nombre a las cosas, aprender a sobrevivir.
La patria es mi hermana siendo reina de la independencia a sus 5 años y medio en aquel lejano 1991, gracias a los votos que mi papá compró. La patria es mi hermana con su banda, su corona y su felicidad infantil, la felicidad que jamás se recupera.
La patria es un callejón con las paredes llenas de grafitis. La patria es el olor a sangre en las colonias populares, el olor a sudor en los autobuses, los viejitos vendiendo chicles para vivir.
La patria es nuestra construcción social imaginaria para sentir que pertenecemos a algo. Es la solución a nuestra necesidad de refugio. Es tu café de la tarde, tus tostadas de plátano, tus insultos que nadie más entiende, tu trago adulterado, tu soledad. Ya me queda poco orgullo.
Mi patria es mi tristeza, mi odio a las multitudes, mi necesidad de escribir llenando páginas y páginas de puras estupideces. Mi patria es arte acribillado. Mi patria soy yo, alejado de mis amigos, aislado de todas esas cosas que me dan miedo y que en mi cobardía me han hecho entender que lo que queda es el vacío.
Mi patria soy yo. Mi patria es ficción.
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