jueves, 13 de abril de 2017

Papá y las Sonoras

Abril es caldo de cultivo para lo mejor y lo peor.
Abril son 4 semanas de triunfos y fracasos, intercalados de algo a lo que a veces le llamamos vida.
Abril es un bache existencial. Un año significa felicidad, el otro depresión.
Este año son ya 10 de estar ocupando un espacio acá, y Abril siempre, siempre me va a dar por estar recordando.
Papá murió hace más de 20 años, y es normal que cueste recordar cosas cuando el tiempo se sigue haciendo tan y tan grande entre los eventos, pero a mí se me hace fácil.
Encontré un viejo cassette en que mi papá tenía una docena de canciones de sus Sonoras favoritas, ya sea la Santanera o la Matancera. Yo nunca terminé de entender eso.
Solo sé que mientras recuerdo mi adolescencia por la música pop tonta venida de México, o las baladitas venidas desde España, voy a recordar mi niñez con canciones igualmente tontas, pero que ahora significan el vago recuerdo de las cosas en orden.
Por eso cada vez que escuche aquella de "A ver, a ver, a ver cómo haces, para engañar a tu mujer..." sentiré la picardía que quizás alguna vez sentí que heredé de papá.
Y cuando suene lo de "Los aretes que le faltan a la luna, los tengo guardados en el fondo del mar", sentiré que es poesía pura. Aunque sea de señor.
Luego, cuando suene La Boa, siempre me dará risa.
Las Luces de Nueva York siempre me darán nostalgia.
Y así se vive, recordando las cosas, que a veces tristes nos hacen pensar que las cosas eran distintas, quizás no mejores, y que todo, absolutamente todo, hace sentido en la búsqueda interminable de la felicidad en una vida carente de propósito.
10 años de blog.
Más de 20 años sin papá, y claro, la vida sigue, pero nos vamos muriendo un poquito. Todos los días.
Hay que seguir batallando.