Soñar que escribo algo en un idioma que no entiendo.
Soñar que te encuentro y leés lo que escribí, en otro idioma. Vos lo leés en otro idioma.
Estoy seguro que es otro idioma.
Me quito la mano y la pongo entre las tuyas. Te digo cuanto te he extrañado. Te lo digo en alemán. No hablo alemán, pero sé que es alemán. No podía ser otro idioma. Te lo dije fuerte, serio.
Vos me contestás que siempre vas a volver, pero que nunca podrás quedarte. Me lo decís en francés. No hablo francés, pero sé que es francés. No puede ser otro idioma. Lo decís con gracia, con elegancia y con la sonrisa que habría hecho más famosa a la pequeña Audrey Hepburn.
De pronto, aún en el sueño, recuerdo el verso de Pessoa, " Paso y me quedo, como el Universo."
No quisiera despertar, pero no sé que estoy dormido.
Quiero decirte que no importa, que el purgatorio es justo si vas a volver constantemente. Que no me importa que no te quedés. Que la felicidad es un mal que no necesito. Que la gente asume, porque los he visto, que la felicidad es un estado absoluto, una gracia perenne, un nombre más para los días rutinarios.
Pero yo me niego. Me niego a eso y acepto la presencia indisoluble de tu risa, de tu voz, de tu sombra, de tus manos, de tu tiempo.
Otra vez mezclo lo que leo, lo que me gusta, con lo que sueño. Y no sé que lo estoy haciendo.
Sé que estoy en una especie de parodia de los crímenes de la Rue Morgue, que soy uno de los testigos, que sé que el asesino habla en portugués, pero jamás he escuchado el portugués.
Me decís que debés irte. Repetís sin cesar que es un sueño y que te disculpe, que el tiempo se acabó y tengo que despertar.
Sujeto fuerte tus manos, tan vacías como debían estar, porque pocas cosas son más bellas llenas que vacías, los ojos sobre todo.
Tu voz se va apagando.
Mis ojos se van abriendo.
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