El inventario del último espectáculo democrático en El Salvador se puede resumir en unas cuantas ideas, todas ellas con tristes consecuencias.
El electorado, igual que la sociedad, está dividido. Estuvimos a menos de 6500 votos de quedar empatados. Y eso, aunque parece demostrar que hay fuerza en las opciones, lo que es sano para la democracia, también demuestra que la sociedad en que vivimos es intransigente, y en muchos casos sigue las órdenes de sus líderes ciégamente. Y eso sin mencionar que el sistema requiere reformas trascendentales. Más fiscalización y menos partidos. Más técnicos y menos políticos.
La mitad que votó por la opción de izquierda no logró cuestionarle jamás a sus líderes la metodología de acción del plan para el próximo quinquenio. Nos queda la duda de los procedimientos, nos queda la duda del presupuesto para la ejecución de los proyectos. Nos queda la duda sobre si cumplirán con el respeto a la institucionalidad y la transparencia de las finanzas del estado, es decir, que si no volverán a intentar un decreto de amarre o destitución de los Magistrados de la Sala de lo Constitucional; tampoco sabemos si al fin se aplicará debidamente la ley de acceso a la información pública, o si se redactará y aprobará una debida ley de partidos políticos en el que se reglamente su financiamiento. Todo ello es parte de las deudas del partido del candidato ganador.
La mitad que votó por la opción de derecha jamás logró armar un discurso coherente de propuestas realizables. No sabemos qué habría pasado si ganaban y pasaban los 100 días y no se acababan las maras. Porque aunque lo quisieran omitir luego de unas semanas, lo dicho ya está dicho. El candidato de derecha jamás posicionó su discurso más allá de desacreditar al adversario, y su partido tampoco lo apoyó con su discurso sobre Venezuela.
Los votos nulos y el ausentismo siguieron notándose. La gente está desencantada de la clase política, venga de donde venga.
Lo peor de TODO el evento electoral no fue el resultado, no fue que no se podía decidir entre los candidatos porque era como elegir entre una piedra y un tronco, no. Lo peor, lo más desastroso es el odio. El odio se estableció entre los correligionarios de los 2 partidos. A ambos se les olvidó que son amigos, familia, conocidos, compañeros de trabajo, y se trataron de ignorantes a pendejos fáciles de manipular.
La gente decidió atacarse y atacar a los candidatos por su forma de hablar, por sus rasgos físicos, por sus estudios, por su clase social. Se desató la lucha de clases injustificada.
La gente que votó por ARENA hasta el día de hoy asume que el votante del FMLN es el bajito, moreno, residente de marginales, que nunca termina sus estudios, y que no tiene ni dinero ni forma de generarlo. Lo mencionan peyorativamente a la enésima potencia, y lo explotan infinitamente con el candidato del FMLN.
La gente que votó por el FMLN sigue asumiendo que los que votaron por ARENA son los empresarios o los que trabajan para ellos o los que fueron comprados por ellos, al más puro estilo spagghetti western, por unos dólares más. Ven a los votantes de ARENA como tonto útil, arenero de champa, etc.
A la mayoría de salvadoreños les cuesta entender las leyes y la democracia a respetar, y sus políticos no ayudan, solicitando que se violenten las leyes a su conveniencia.
El día que se vote sin meter el tema religioso, sin meter el tema del miedo, sin meter otros países a la ecuación, sino basándose únicamente en las propuestas de los candidatos, y estos sean idóneos completamente, y no los dinosaurios que han sido esta vez, por una vez obtendrán el apoyo de la mayoría, y no solamente con los votos.
Partidos como los actuales, con esa calidad de dirigencias y con esa triste calidad, sin generalizar, de correligionarios, es parte de lo que NO merece El Salvador.
Ahora, esperar.
Los que votaron por la derecha deben saber que también de ellos depende el país. La presidencia no es una maquinita mágica que resuelve cosas. Hay 3 poderes del estado y muchos poderes fácticos, como el empresarial y el movimiento social.
Los que votaron por la izquierda están obligados a fiscalizar al gobierno que han elegido. Están obligados a estar pendiente de todos y cada uno de los actos que se realizarán en los próximos 5 años.
Lo de los memes, las bromas de que ahora habrá nuégados para todos, lo de que no habrá pollo, lo de que si se va la luz es culpa del nuevo presidente que ni ha tomado posesión, lo de que nos volveremos Cuba-Venezuela, lo de que seremos el infierno, está demás. Seamos serios. Ni los problemas se solucionan solos, ni se generan en 1 año. Tenemos una deuda que en el 2001 ya era de más de $15000 millones. Nadie, ningún partido explicó qué haría con el problema de las pensiones, ni con las deudas, ni mucho menos con el narco en el país, ni con las maras. Todo fue pura retórica hueca.
La responsabilidad del ciudadano no termina con depositar el voto, ni significa cerrar calles y desearle la tumba a los que no opinan como vos. La responsabilidad ciudadana se construye a diario, con actos de unidad para beneficio de todo el país, con la búsqueda constante del desarrollo en todos los ámbitos posibles.
Tratar de seguir, un día a la vez.
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