¿Qué fue de vos?
Te repetiré, aunque no quisiera, un cliché evidente. Antes de conocerte te había encontrado por ahí, diseminada casi molecularmente entre tantas mujeres. Todas tenían algo que las hacía valiosas. Por muy pequeño que fuera. Pero en vos lo llegué a reconocer como cuando la arena baja por completo en el reloj. Fina, completa.
No eras rarpo entonces, darse cuenta que desde los 9 años comencé a encontrarte, aún a 14 años de conocerte.
Vos estabas en ese sonrisa callada de la niña que conocí en el viejo colegio, que se fue antes que terminara el año escolar, y a quien senté sobre mis piernas en un fortuito encuentro de agosto, como esos que años después tendría con vos.
También estabas en el silencio que me comenzó a matar el día que supe que jamás volvería a ver a esa pequeña niña. Eras parte de eso que logró que poco a poco se me estremeciera la libertad que apenas comenzaba a comprender. Ese mismo día que te llevabas con vos esos pequeños regalos que te había entregado. Un borrador celeste, una flor amarilla y un anillo que le robé a mi madre. También ahí te habías presentado.
Pero entonces no lo podría haber sabido.
¿Cómo podría ser?
* Otro capítulo mínimo de la novela que jamás escribiré. Les evitaré el sufrimiento de leer eso completo.
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