Hace 3 años releí a Roque en aquel verso que decía que es una cosa jodida tener 27. Y uno es tonto y se relaciona con cualquier cosa que ama.
Hace 15 años tenía un plan de vida. Me graduaría de 21, conseguiría trabajo a los 23 en el sistema judicial, y a los 26 ya sería secretario. A los 30 estaría por ser Juez. No, es que no era tonto, era lo que le sigue.
Igualmente, cuando tenía 10 años mi abuela quería que entrara a un seminario. Y lo pensé un poco.
Y todos eran planes tontos.
Y tuve sueños tontos.
Ahora, cuando ya me convencí que no soy el personaje que alguna vez de niño pensé que sería, me alegra ser quien soy. No porque me conformo, sino porque cada vez necesito menos para sentirme lleno.
Ya no me preocupa tener tantas cosas por escribir. El consejo que me dieron en el 2006 era correcto. Lo importante era vivir. Y ahora vivo más, siento más y soy alguien más lleno.
Sigo con intenciones de hacer más cosas, aunque no me duele no poder hacerlas ahora. Tengo confianza, que es lo que me faltó mucho tiempo. No la confianza que te da el ego, sino aquella confianza que te dice que vas por el camino correcto.
Y poco más necesito ahora.
Soy un mortal en paz. Sigo soñando, sigo imaginando, pero sin desesperación. ¿Para qué desesperarme?
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