Caminar frente a la Sociedad Protectora de Animales de El Salvador y darse cuenta que justo a la entrada hay un pequeño perro rodeado de moscas, tirado después de su muerte, para que se pudra entre la basura.
Darte cuenta que vos, igual que el resto de personas que pasan, solo te tapás la nariz y seguís caminando. Volteás y ves que alguien lanza cartones sobre el perro. No hay que verlo. NO HAY QUE VERLO.
Las moralejas se sacan solas.
1 Manchas en la pared:
Todo muy triste. Semos malos.
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