miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cuando era niño.

Cuando era niño, mi papá me llevó a clases de filosofía. Algo así como "Gente que se cree especial y como serlo, para Dummies". Esas clases las daban en un local que ahora es muy cercano a donde se reunen los millares de devotos de el sr. pollero, digo, del pastor Edgar López Bertrand.
En la casa de la bendita orden, le daban clases a los niños de mi edad-contaba entonces 10 años- a darse cuenta que el mundo era más que lo que normalmente veíamos.
Ahí aprendí que, sin ser sinestésico, podía ver colores en todo.
He aquí la razón.
Alguna vez en algún viejo libro puede haber leído sobre el Maitreya, la Tensegridad, el Camino del TAO y esas yerbas, no? Y el camino de Carlos Castaneda, de quien no sobrevive foto alguna. Pues todo eso puede que sean puras patrañas para gente con mente débil.
Pero también es cierto que en algún modo, ese año moldeó mi manera de ser.
Ahí un señor español, cuyo nombre he olvidado, me decía que tenía que aprender a dominar el carácter, desde dentro y desde fuera.
Y con el dominio del carácter, vendría el dominio de lo demás.
Aprendí entonces que el dolor se puede ver.
Decían que el hombre había sido dotado de tanta conciencia, que podía cambiar lo que quisiera. Que bastaba poner la mente en blanco, imaginar lo que dolía, pintarlo del color que quisieras, y poco a poco, cubrirlo con el color que prefirieras, a fin de eliminarlo.
Y fue así que decidí que mi color era el negro. Y siempre oscurecía lo que me dolía.
Pintaba de colores suaves mi dolor, y los cubría de negro. Y mejoraba. Quizás por sugestión, siempre funcionó.
Pero no está funcionando más.
Y todo es negro.Y no está funcionando más.

2 Manchas en la pared:

Clau dijo...

a lo mejor deberías intentar cambiar de color

Sofi dijo...

Y con el dominio del carácter, vendría el dominio de lo demás

ahí tenes la respuesta mirá. Vos mismo la dijiste