A los 4 años, mi madre me dejaba jugar lo que fuera que se me ocurría con el simple objeto de preservar la hora de tareas que debía cumplir mi hermano. Ya que Luis era mayor que yo en 3 años, el tenía 7 y comenzaba a tener nociones de lectura.
Recuerdo que usaba unos cuadernos horribles de El Conquistador, con la imagen del Quijote. Le dejaban unas planas con círculos, y óvalos, que ahora sé que eran la A y la O. Resulta que me emocionaba ver a mi hermano llenar las páginas de todo ese enigma de caracteres. Pronto vi a mi hermano con 7 años morirse de infantil rabia porque no conseguía aprender como se debía. Mi papá se reía, a mi mamá le daba igual.
Un día vino del Colegio Simón Bolívar, donde estudiaba, con un rectángulo de cartulina, para hacer una tarea sobre las vocales. Ahí conocí las 5. Gracias al español tenemos 5.
Un par de meses después, y cuando mi hermano continuaba llevando sus tareas en cartulina, que casi siempre terminaba haciendo mi mamá, me fijé en el orden de ese vórtice de líneas y cuerdas.
Al siguiente año, cerca de marzo del 87, mi hermano, orgullosamente en primer grado, llevaba sus difíciles tareas mientras yo sufría porque mis padres no me ponían a estudiar. No podían, era muy pequeño.
Logré aprender a leer gracias a la dificultad de las tareas de mi hermano.
Recuerdo que era un domingo, cuando leía Maldades de Dos Pilluelos. Luego supe que tenían otro nombre. Pero en ese periódico del domingo, cuando salían las caricaturas a colores, leí.
Pasados unos segundos, entendí el chiste y me reí.
Mis padres me vieron y creyeron que me reía de los dibujos. Luego fue mi mamá quien preguntó: ¿Te gustan los dibujos?
Me seguía riendo y le contesté que la broma que le decía uno de los personajes era graciosa.
No me creyó. Me preguntó de nuevo y me obligó a leerle la caricatura.
A la semana siguiente consegui mi objetivo y a los 4 años me inscribieron en Kinder con el plús de ya saber leer. Luego a los 6 me compraron El Principito y no paré de leer. Eso me convirtió en el inútil que soy en estos días. :D
2 Manchas en la pared:
Qué chivo que leistes el principito, quisiera decirtelo de corazón pero la verdad es que nunca lo he leido. Si yo sé no he vivido ¬¬. Pero eso sí, qué bonitos recuerdos :).
Que bueno releerte después de tanto tiempo!!!
La buena lectura nunca creará inútiles
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