jueves, 8 de marzo de 2012

" Y usted, ¿ya firmó las dos mil palabras?"


 I

La campaña terminó y la gente ya debe estar bastante decidida a ejercer su derecho a elegir sus representantes, si es que quiere apoyar este sistema, si es que se sienten representados o si es que las personas que se han postulado son lo suficientemente aptas para representarlos.
Aunque la democracia como sistema está lleno de defectos, viviendo dentro del mismo nos hemos dado cuenta que la única solucion se basa en esperar que alguna vez se puedan elegir representantes que trabajen con una agenda de país y no de partido o grupos de poder como se ha venido dando desde que tenemos memoria democrática en el país.
En un libro que jamás termino de leer, Milan Kundera hace mención de los tiempos de la Primavera de Praga y sus consecuencias. Habla sobre un manifiesto firmado por los principales intelectuales de Checoslovaquia en el cual se hacía un llamado a la democratización luego del sometimiento a la Unión Soviética. La idea era que la gente que podía tener una voz para denunciar aún con la casi segura consecuencia del encarcelamiento, pudiese firmar y hacerse parte de un pequeño movimiento que reflejaba que la sociedad no estaba conforme con el rumbo del país. Obviamente, la realidad de El Salvador no es la misma, pero la idea de hacerse escuchar es la misma siempre y en cualquier lugar. 
No soy de la idea de no participar del evento electoral, pero si de pensar bien el rumbo que las mayorías deberían darle al sistema.
Me resulta complicadísimo votar por candidatos que se han eternizado en los cargos de elección popular en un sistema que es manipulado de mil formas. Mucho más complicado votar por las mismas ideas recicladas, adulteradas, falsificadas y sin respaldo con verdadero trabajo.
La gente insistió demasiado en la figura de los candidatos independientes para que al final ninguno obtenga los votos suficientes para resultar electo. 
Me niego sinceramente a votar por candidatos que las cúpulas partidarias han elegido por mí y que no responden a mi visión de política de país, ni responden a una agenda de desarrollo del país, vengan de la tendencia que vengan. 
No puedo seguir con esa técnica de la mayoría de salvadoreños que votan por el "menos peor". 
No puedo votar por candidatos que han sido acusados de corrupción, que se han visto envueltos en escándalos por estar borrachos en plenarias, candidatos que se han salido de un partido nada más porque les iban a negar la reelección, candidatos que votan por leyes en consecuencia de favores recibidos, como si de milagros se tratara.
Siempre quise creer en un movimiento social que consiguiera un cambio en la representación política del país, aunque implicara reformar la Constitución, pero no se pueden tener soluciones de ese tipo porque somos una sociedad corrupta. Todo el sistema está corrupto.  No hay institución que no esté ocupada por motivos político partidarios. Las mayores instituciones del país están regidas por personas que no fueron elegidas para sus cargos en base a criterios técnicos, sino a criterios de conveniencia partidaria o de reparto de poder. 
Ya no quiero votar.
Ya no quiero leer el lunes que el escrutinio dice que la correlación de fuerzas sigue estando pareja, que los partidos mayoritarios cada vez se reparten mayor parte del pastel, que la nueva asamblea tendrá que negociar más. ¿Para qué? Para qué si siempre se legislará en base a objetivos del partido. 
Tengo que creer que alguno de los diputados me demostrará su compromiso una vez instaladas las nuevas plenarias a partir de mayo. Quiero creer que algunos diputados votarán en base a su conciencia y no a los lineamientos partidarios, como es costumbre.
Quiero creer tantas cosas. Al final quiero creer muchísimas más cosas de las que sé.
Y usted,¿ ya decidió por quién votará?

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