jueves, 9 de enero de 2014

Gravity: entre Ray Bradbury y Álvaro Menéndez Leal

Siempre he sido defensor acérrimo de la literatura de Álvaro Menéndez Leal (para mí jamás cambió de apellido), y por eso de repente leo cosas y siento que algo de él tienen. Recuerdo sus entrevistas, sobre todo su última entrevista, publicada si no me equivoco en El Diario de Hoy, en la que dejó su fino humor y cinismo en cada frase. 
Por esa fascinación de lector que me genera Menéndez Leal, cuando hace unos 6 meses me enteré que Alfonso Cuarón estaba por sacar su "Gravity", y leí la sinópsis, no pude menos que relacionarla. 
No puedo dejar de pensar en el horror de la idea de ser un astronauta que luego de luchar por su vida queda a la deriva por toda la eternidad. 
Recordé también inevitablemente a Ray Bradbury, casi que el Papa de la ciencia ficción de mediados del siglo pasado, y quien tiene mucho eco en la obra de Menéndez Leal. 




Recordé esto:
CALEIDOSCOPIO
Ray Bradbury

El primer impacto rajó la nave como si fuera un gigantesco abrelatas. Los hombres fueron arrojados al espacio, retorciéndose como una docena de peces fulgurantes. Se diseminaron en un mar oscuro mientras la nave, convertida en un millón de fragmentos, proseguía su ruta semejando un enjambre de meteoritos en busca de un sol perdido. 

-Barkley, Barkley, ¿dónde estás? 

Voces aterrorizadas, niños perdidos en una noche fría. 

-¡Woode, Woode! 

-¡Capitán! 

-Hollis, Hollis, aquí Stone. 

-Stone, soy Hollis. ¿Dónde estás? 

-¿Cómo voy a saberlo? Arriba, abajo... Estoy cayendo. ¡Dios mío, estoy cayendo! 

Caían. Caían, en la madurez de sus vidas, como guijarros diminutos y plateados. Se diseminaban como piedras lanzadas por una catapulta monstruosa. Y ahora en vez de hombres eran sólo voces.
Voces de todos los tipos, incorpóreas y desapasionadas, con distintos tonos de terror y resignación.
-Nos alejamos unos de otros. 

 
 
Luego pensé en "Una cuerda de Nylon y Oro", en la que el astronauta, al igual que la Dra Stone en "Gravity,", queda varado en el espacio, para siempre, con el terrorífico giro de la vida eterna del personaje, flotando, sin poder llevar una cuenta exacta de amaneceres y viendo la destrucción del planeta. 
 
 
Y así, todo es una copia de una copia de una copia, o mejor dicho, es una cantidad de influencias maravillosas. Esta vez, el terror de la soledad y el vacío, es mostrado de una manera increiblemente maravillosa.  Dicho lo anterior, vayan a ver Gravity. 

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