domingo, 22 de marzo de 2009

Deforme

Todos los días lo sacaban a pasear al parque.
A veces ella lo tomaba de la mano y lo ponía alejado de la orilla de la calle, por aquello de las costumbres del nuevo siglo.
Los vecinos lo miraban siempre con recelo, sin lograr nunca superar la incomodidad de verlo.
Las niñas de la casa pintada de azul tenían la idea de ser amigas de él, pero ningún padre en los alrededores dejaba que jugaran con él.
No conoció amigos.
Vivía encerrado con sus padres y el hermano mayor que se desligaba de él como si fuese un fantasma.
Hace años se lo habían dicho: "No sos muy agradable para los vecinos. Por eso vas a estudiar aquí.".
Y fue terrible que se lo dijeran.
Ese dia fue infeliz.
El tiempo pasó y ahora con sus años llegando a la mayoría legal, le costaba entender que la gente no puede soportar su presencia.
A veces sentía que estaba perdiendo el habla. Es lo que pasa cuando no tenés a quien decirle lo que pensás.
Y la rutina es siempre la misma...
Mañanas en el parque.
Tardes frente a la ventana.
Noches en la tibia cama.
Pero mañana ya no.
Mañana no quiero que me saquen a la calle.
Mañana quiero que la gente deje de notar tanto la gran deformidad de mi alma...

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