lunes, 2 de noviembre de 2009

Todos mis muertos

Por la mañana cuando la gente se lanza en tropel a colocar flores sobre las tumbas de sus muertos, en el día que socialmente han seleccionado todos para hacerlo, me quedé en casa. No podía soportar el hecho de saber que estaría rodeado de gente que llega ahí una vez al año y nada más. Como yo.

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ADVERTENCIA: Escribo acá solo porque aunque no soy bueno escribiendo, es mejor dejarlo acá, que acostarme pensando que no me pasa nada.


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Luego de superar el sentimiento de vacío, decidí que mi madre podía ir sola al cementerio. Pero no quise que lo hiciera. Y fui con ella.
Primero ir a ver a mi abuelo. Mi abuelo murió unos meses antes que yo cumpliera los 10 años. A veces lo recuerdo sentado en esa gran silla negra de la cual era adicto. Ahí me contó el mundo. Lo sabía todo el viejo. Y fue uno de los primeros muertos que recuerdo.
Y la gente se agolpaba mientras la lluvia se presentaba como para hacer que la gente se pusiera nostálgica
Indistintamente, las personas quedaban igual. Las ancianas hablando de los que se fueron, de sus muertos...
Luego el comercio.
Un dólar por arreglar la tumba. Un dólar por repintar la crúz, un dólar por repintar las letras, trés dólares por los impuestos al cementerio.
Y regresar...
En el cementerio general "Los Ilústres", está enterrado todo tipo de personajes de nuestra cultura, política, etc. Y está mi hermano.
Mi hermano murió una semana antes de los otros muertos ilústres, los de la ofensiva. Murió en Octubre de 1989. Tenía 9 años.  Fue mi primer muerto. Aún puedo recordar sus palabras, sus ojos, sus manos. Yo tenía 6 años cuando murió.
Lejos, mucho más de lo que quisiera. Mi Padre. En Jardines del Recuerdo, no hay lugar para ir a verlo. No. Inexplicablemente no puedo.
Luego visitar a la abuela. Está enferma, y al parecer sus 76 años ya pesan demasiado. Por eso prometo solemnemente no pasar de los 40.
Mientras la visito, veo la vieja casa de los abuelos. En ese lugar parece que la muerte es algo que se asume con tranquilidad. Paso por una casa, mientras llevo a mi abuela al hospital y me menciona a la apacible anciana dueña de dicha casa, la que guardaba sus zapatos en la refrigeradora. "Ya murió", dice.
Me muestra donde tomabamos la mejor horchata cuando era un niño. "Murieron con dos meses de diferencia los esposos", me dice.
Luego otra casa, y otra, y otra. Y otro muerto, y otro, y otro.
Y decidí morir y no ser enterrado, ser lanzado al mar y que nadie llegue a verme una vez al año.
Mis muertos son más.
Pero acá, rodeado de tanta gente. Nunca me sentí tan solo.

4 Manchas en la pared:

Anónimo dijo...

Yo no tengo muertos. Y me preocupa x.x

Anónimo dijo...

Me conmovió tanto lo de tu hermano

HuelveElena dijo...

Lo de tu abuela es hermoso. Decile que la abrazo y paso a verla en diciembre, ok.

Clau dijo...

ya sabía yo que iba a llorar al leer este post.

Yo escribí algo, de mis muertos, que son muchos, no sólo de familia, también amigos...pero por las prisas laborales no he podido publicarlo y no me importa que ya no sea 2 de noviembre, lo vua publicar un dia destos.

Comprensible tu tristeza y soledad, pero fijate que vos estás en la lista del final de mi escrito, en esa lista de gente a la que le prohibo morirse joven, porque yo, ya no aguanto más muertos.

Café con pan es lo que toca, pero en vida, oíste?