¿Cómo les gustan las despedidas?
Una despedida lleva una especie de manual.
Ninguna despedida es mejor que la que se va escribiendo a diario.
La despedida que se va repitiendo, que se va llenando como de escarcha, como una recaída.
La despedida eterna y silenciosa. La despedida que no se termina de decir nunca.
Cada despedida va adornada con todas esas cosas que se van abandonando. Ante cualquier despedida, el reflejo de lo vivido se va quedando como si la despedida fuera lo más falso del mundo. La única manera de sobrevivir a una despedida es volverse una. Uno no puede simplemente moverse y continuar. Uno es tan puro como su última despedida. En el fondo de cada despedida está la inalterable necesidad de no hacerla.
Yo quería una despedida, una manera de terminar las cosas interminables, de caminar sobre vidrios calientes sin sentirlos, de decir "olvido" y olvidar, pero todo aquel que me diga que ha dicho una despedida total, una despedida definitiva y real, no hace más que ponerla en un rincón. Lo único que se puede despedir para siempre es una despedida.
Mi despedida favorita todavía no la he hecho. Apenas voy escribiéndola.
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