martes, 12 de febrero de 2013

Capítulo 15 B

Iba en el bus, aburrido y pensando en el trabajo, en la familia, en el pasado, en el futuro que se veía como miles de líneas cruzadas, y ella se sienta junto a él.
Él la ve y recuerda a alguien que conoció hace más de una década. Piensa que si fuera ella, tendría más o menos la misma edad y se vería así.
Pero no es ella. Lo sabe porque la ha seguido viendo y creció muy diferente. Ahora está casada y tiene un hijo. No es ella. Pero ojalá fuera. Aunque a él no se le olvida y sabe que García Márquez tenía razón y él no tiene una segunda oportunidad sobre esta tierra. 
Ella sabe que él la observa y sonríe levemente. Él, mientras tanto, ha preferido no tentar a la suerte y seguir escuchando música con los audífonos cuidadósamente colocados según el correcto "L" y "R". 
Mientras él escucha en el aleatorio una canción que dice que "la excusa más cobarde es culpar al destino", ella le toca el hombre y le comienza a preguntar sobre su destino mientras lo ve fijamente a los ojos, como escrutando el alma. Él da las indicaciones pertinentes y retira la mirada, condenado por la evidencia. 
Ella agradece y siguen como siempre.
Él se anima y saca una pequeña libreta, mal manchada, víctima de los momentos menos indicados para escribir. Anota 6 versos. Uno de ellos dice que el recuerdo nunca basta. Y muchas de esas cosas que se suelen leer en los peores poemas de Machado. 
Termina de escribirlo y la ve como buscando el momento adecuado. Pero sabe que no existen los momentos adecuados. Los momentos solo son eso: momentos. 
Lo dobla y lo pone en la bolsa de la camisa. No sería la primera vez que le toca guardarse un poema con destinataria. 
Voltea de nuevo a la ventana y sigue escuchando su música. Con la verdad en el bolsillo. 
Ella lo vuelve a tocar y le pregunta un detalle más sobre su destino. Él responde.
El debe bajar del bus y sabe que es el último momento. Y el vacío lo obliga.
Le pide permiso para salir del asiento y dirigirse a la salida. Pero antes de salir le pregunta el nombre. Ella sonríe. Se llama  Stephanie. Pregunta por su nombre. Él responde con la seguridad que esa será la única vez que la verá. 
Ella sonríe. Él le entrega el papel y se va. Baja del bus y no se vuelven a ver. 
Esta es la octava vez que desertamos. 


0 Manchas en la pared: