"Soy un cobarde, me dan miedo las armas, miedo a subir a los aviones, me espanta hablar en otros idiomas, aunque tartamudeo el inglés y el francés; tiemblo si me enamoro, tengo sueños con personajes tétricos y descubro que soy yo; me da cardiopatía al despertar si no estoy seguro de que continúo vivo; miedo a la responsabilidad familiar, pánico a que me inhumen fuera de la Ciudad o de la región centroamericana.
Morir en el extranjero me aterroriza, prefiero ser asesinado en mi patria, es mi máxima aspiración: recibir una ráfaga de automática o por fuego tiro a tiro, el efecto es igual; que un compatriota me dispare, y no un extranjero, porque soy nacionalista. Por eso no quisiera dejar este paisito, mi provincia, detesto huir, me hace feliz saber que el plomo viene de mi gente. Nacionalista hasta la muerte: primero mi nación, segundo mi nación, tercero matar o morir por mi nación. Tengo amor excesivo a inmolarme, influencia de Dostoievsky, Papini, Mishima o Salinger, que hicieron de la muerte locura sublime, aunque nunca plantearon sacrificarse por patria alguna, solo consagrarla en sus obras. Suficiente.
Desde temprana edad deseas el martirio, toda vez lo sufras dentro del suelo patrio, lo cual no significa poner el pecho ante un plomazo ni aspirar a héroe; la muerte debe buscarte, tu propósito será hacérsela difícil; si uno puede esconderse para evadirla, mejor; armarse de cobardía y largarse de Bagdad para esconderse en Ispahán aunque te encuentre, pero que le cueste. Te gusta ese cuento cruel, El signo de identidad es enfrentar crímenes y salir vivo."
El poeta es cobarde y necesario.
Ahora, a seguir de cobardes.
0 Manchas en la pared:
Publicar un comentario