Hace unos días tuvimos el primer asueto por el Día del Padre desde que tengo memoria. Pero no me fio de mi memoria. Mi memoria tiene tantos agujeros como mi orgullo.
Mientras ese día se llenaba de demostraciones de afecto, la mayoría virtuales o comerciales, yo pasé el día pensando en todo lo que soy y podría ser si estuviera mi papá. No sé, quizás es la megalomanía dormida que me dicta que todo elucubramiento debe ir alrededor mío.
Me duele mucho ponerme a pensar en cosas que no tienen solución. Cosas como la muerte de mi papá, la opinión que mucha gente tenía de él, la naturaleza humana, la sociedad podrida, los sistemas económicos, la imposibilidad de los sueños, la realidad amarga, la vida como la conocemos, y el futuro.
Sé que repetir cosas no sirve de nada, pero conozco pocas formas de decir este tipo de cosas, tan efectivas, para mí, como escribirlas. Y pese a ello, no lo haré.
Ya no quiero.
Ya no quiero escribir.
Ya no quiero hacer nada.
Ya no quiero amarrar palabritas que no sirven para nada, y enmarcarlas como algo valioso.
Y ya no quiero pensar en todo eso que dicen que don Raúl me heredó. Cosas que ahora voy recordando cada vez menos. Aunque siga recordando su voz. ¿Podés seguir recordando la voz de alguien que murió hace 18 años? ¿Podés seguir recordando la loción que se ponía cada mañana antes de ir al trabajo? ¿Podés recordar ahora que tenía razón en más de la mitad de los reclamos que hacía? ¿Podés recordar que fue la primera persona que te dijo que no debías creerle a nadie, ni siquiera a él, aunque alguna vez se contradijera? ¿Podés recordar sus defectos, aunque sintás la necesidad de llamarlo a su número privado de la oficina de Tráfico en los Ferrocarriles de El Salvador, solo para decirle que sentís que todo esto no tiene sentido, y que este presente es el mismo futuro que él temía, tan vacío, tan falso y tan falto de libertad como era hace 30, 40, 50 años?
¿Podés recordar las 3 o 4 charlas que tuvieron como padre e hijo antes que muriera y te dejara con el vacío concomitante de la autodestrucción constante?
Yo puedo.
Y le agradezco los defectos que me heredó.
Agradezco ser el mismo tipo de hombre que siempre andaba de buen humor que él fue.
Agradezco también ser el mismo que siempre trata de discutirlo todo, de saberlo todo.
Agradezco los 3 tomos de Larousse Enciclopédico que me ayudaron a entender muchas cosas.
Agradezco el primer libro que me regaló, a los 6 años, un par de meses antes que muriera mi hermano mayor. Agradezco esa copia de "El Principito".
Agradezco el segundo libro, que no me regaló, pero dijo que era necesario que leyera alguna vez. Ese libro fotocopiado de Règis Debray.
Agradezco ese grito callado que tenía cuando veía las noticias. Agradezco esas pocas fotos que tenía. Porque quizá por eso tampoco me gustan tanto las fotografías.
Agradezco las pocas cualidades, los enormes defectos y las increíbles, terribles y valiosas consecuencias de su ausencia.
Y no, no quiero seguir escribiendo.
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