Resulta que quiero lo que no tengo, porque debo tenerlo, aunque tenga lo que debo, por culpa de querer lo que no tengo.
Debo, claro está, querer lo que tengo, aunque eso me lleve a tener alguna vez lo que pueda, siempre y cuando quiera.
Un día, tendré lo que pueda querer.
Pero por el momento, lo que quiero no lo tengo, puedo querer, pero no tengo que, por eso me resigno en querer, aunque no pueda tener.