En la acera frente a Metrocentro muchas personas se sientan a pedir limosna. Yo camino a tomar el bus a Santa Tecla y veo a la señora que me pide una moneda, la que sea mi voluntad, mientras tiene un cuaderno en el piso y escribe con un bolígrafo azul. Saco una moneda porque de pura casualidad ando, y además porque sus problemas motrices me parecen reales, aunque estoy acostumbrado a ser engañado con facilidad. Le doy la moneda y me bendice, me dice que todo me irá bien, me agradece. No puedo evitarlo y le digo ¿Que es la cuenta que lleva?
En su cuaderno engrapado y con bolígrafo azul el último número es el 234. Para llegar al 234 veo antes 229-230-231-232-233...
Ella sonríe y dice: " Tengo que saber hasta donde llegan. Hasta donde seguir contando."
Puro, bello, simple.
2 Manchas en la pared:
El lunes visité a una amiga. Ella vive en Ayutuxtepeque. Hablando sobre los apócrifos bíblicos estabamos cuando pasó la señora que vende el pan dulce. ¡Vaya que 'grita fuerte'!. Salimos a encontrarla. Se bajó el canasto de la cabeza. Lo descubrió. Estaba casi vacío. Compramos el poco pan que aún llevaba. Yo seguía hablando de trascendencia mientras mi amiga pagaba los mundanos y deliciosos dulces. De pronto pronuncié la palabra zen. La señora me miró y preguntó: '¿Qué es eso?'. Mi anfitriona sonrió, detectó que un diálogo se estaba configurando, entró a su casa y saco tres tazas de café. Le ofrecimos una a la señora y ella aceptó. Al tiempo que deglutiamos, yo me lanzé un monólogo de 25 minutos sobre el jodido zen. Al final la señora nos dijo: 'Ah, eso es como hacer aguadito el cuerpo, vea'. Puro, bello, simple. Así es, le respondí.
ñ.ñ saber hasta donde llegar... hasta donde contar.... fantastico!
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