Para leer y olvidar.
Ya estoy despierto, eso es obvio, pero aún tengo la sensación espontánea, que el sueño, aún no se ha ido.
Salgo de la cama, dejando las sabanas igual que cada día, como un animal feliz, producto de la creación pura.
Si me lo preguntaran, podría decir, sin ninguna arrogancia, que repentinamente me es normal una plenitud perfecta, de esas que solo se pueden realizar en el desarrollo de las más febriles fantasías. Como dicen los que abusan de las palabras, género en el que a veces me apunto, es como descubrir la claridad iluminando la conciencia.
Hoy me siento completo, con lo que es mío, mi parte animal, mi parte humana y mi parte divina.
Camino por la casa y nada es diferente. Nada cambia. El baño matinal, igual. El desayuno con un cereal barato, normal. La lectura de esas fascinantes críticas de cine que publican en un famoso matutino del país. Todo es rutinario.
El teléfono negro de la casa, suena insistentemente. No es muy raro que suene a esta hora. Mi novia, Laura, me avisa lo inevitable, es conmigo. Me alcanza el sobrio aparato.
-Si soy yo. ¿Cómo? ¿Perdón?
No reconozco la voz. No consigo ubicar el acento.
-¿Qué quiere decir con eso? ¿Está seguro que habla con la persona correcta? Sí. Soy yo.
La extraña vos sigue hablando. Lo dejo por un instante. Luego de un par de minutos cuelgo el teléfono, sin decir nada más. Andrea quiere hablar, preguntarme que pasa.
-¿Qué pasó? Era un bromista o algo así. ¿No?
-No sé. Ni vale la pena tampoco.
-¿Qué te dijo?
- Lo de siempre. Una gran cantidad de paja.
Salgo, como siempre, luego de despedirme de Laura.
Esta vez no tomo mi camino habitual. No voy a mi oficina. Camino en otra dirección, observando ese maldito perro encadenado, que siempre me ha generado tanto odio. Cualquiera se daría cuenta que solo estoy siguiendo unas estrictas indicaciones. Detengo mi Ford Explorer depreciada por unos cuantos años, ante un portón verde, que cumple función de entrada de un parque. Es un parque. Por cierto, es un parque que no recuerdo haber visto nunca antes. Pero da la impresión que siempre ha estado ahí. Puedo sentirlo, como sí mi mente lo estuviera proyectando. Tal vez estuvo ahí todo el tiempo. ¿Todo el tiempo? Ya no sé como usar esa frase.
El portón verde se abre luego de una breve espera, y me permite entrar con mi vehículo. Grandes e imperturbables árboles me rodean y majestuosamente me ven pasar junto a ellos.
Al fondo consigo ver una amplia casa de madera. Sin pintar, ni muchos arreglos. Son innecesarios. Frente a la casa me detengo.
Bajo del vehículo. Veo un corredor bastante amigable, y luego unos escalones, que rápidamente me animo a subir.
Me encuentro con una puerta entreabierta. La empujo. Lo hago con propiedad, como si fuera mi hogar.
Adentro., lo rustico es aún mayor. Sentado en una silla sin brazos, un anciano me estaba esperando.
-Hizo lo correcto al venir. Es el momento justo para hacerlo.
- Perdón. No entiendo lo que quiere decir.
- Las palabras sobran, ya debería haber aprendido a no abusar de ellas. Despójese de ellas. Usted, precisamente, el que ha vivido siempre con ellas y para ellas. Cada quien debe dejar lo que es suyo, para entrar a sí mismo, y dar el paso que esta a punto de dar.
-No entiendo. Es como si dijera que voy a morirme aquí.
- La muerte no existe. Aún no sabe eso. ¿No despertó esta mañana tan libre como jamás soñó? ¿Lo recuerda? ¿Lo animal, lo humano, lo divino, recuerda?
Todo junto. Algunas personas llaman a eso, el más allá, cuando realmente es el tránsito en retorno.
-¿Y ahora que hago?
-Váyase. Hágalo lo más tranquilo que pueda. Hágalo con conciencia que jamás podrá volver a ningún lado conocido, ni con nadie conocido, mucho menos con algún familiar. Ni siquiera ella.
Alargo su cansada mano, y le entrego un pequeño cuadro de cuero que guardaba en su bolsillo izquierdo, y que tenía garabateadas unas flechas que a simple vista no tienen sentido, y me dijo:
-Tome. Aquí esta su nuevo mapa. Ya lo esperan, no se preocupe. No estará solo nunca más. Solo como ha estado antes. Nueva identidad, nuevo destino. Nuevo camino. Cuando pase por esa puerta de nuevo, todo se habrá borrado.
-¿Eso es todo? ¿Así de simple?
- Así de simple.
Febrero. 2007
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