jueves, 31 de mayo de 2007

RCTV. Parte 2

Para terminar... Esto dice un amigo de un blog en venezuela... Es universitario, y al igual que mis amigos, sale a protestar cuando se coartan las libertades, y recibe el mismo trato que reciben mis amigos para defender sus principios... Cual es la diferencia? Aceptemoslo, ninguno de nosotros es absoluto...

Venezuela ha entrado en un cono de sombra. El siglo XXI apenas iniciado parece que se escapa definitivamente y que no tendremos tiempo de encararlo con alguna posibilidad de éxito. Ocho años de anacrónicos discursos, ineficiencia en la gestión pública, corrupción desaforada, dispendio de enormes riquezas, pésimos servicios, ausencia de satisfacción de las más elementales necesidades, desocupación, destrucción del aparato productivo incluyendo la propia industria petrolera, carencia de seguridad social, establecimiento de la limosna como modo de subsistencia, el servilismo y el engaño como conductas reinantes, control total de la facción dominante sobre el aparato socio-político, ausencia de ideas y valores que marquen el rumbo, depresión de todo el sistema educativo, no han bastado para que una porción sustancial de la gente creyera que era necesario un cambio y votó por mantener al presidente Chávez en el poder.

No decimos en el gobierno, decimos en el poder, un poder absoluto, personalizado, que abarca todas las instancias de la vida del país, sean políticas, jurídicas, educativas, económicas, culturales, sociales, hasta deportivas. Un poder ciego, un poder irracional, porque el poder no necesita razones, un poder sin ningún sentido y norte, un poder cuyo única razón de ser es conservar y acumular poder, soportado solamente en palabras que, de repetirse mil veces, han perdido significación y nada representan, en promesas hechas para no ser cumplidas, en el engaño, en la propaganda, en el gasto dispendioso típica del dueño irresponsable de una fortuna heredada que nada le costó ganarla. Un poder omnipresente al que Stuart Mill, hace un siglo medio ya, en 1859, sólo justificaba "en el caso de una sociedad atrasada, en las que la raza deba ser considerada como menor de edad". Un poder que anula cualquier futuro distinto de este pasado reciente que es nuestro presente.

Y esto es lo preocupante, el futuro. No lo hay, el régimen no habrá de cambiar, no tiene ideas para hacerlo ni gente que soporte esas ideas ni motivos para hacerlo. Sólo se mantendrá en lo mismo que ha hecho hasta hoy, acumular y conservar el poder. Seguirá en esta senda que le ha sido provechosa, avanzando en su pretensión de omnipotencia y acaparamiento de la riqueza. Aunque acumule fracasos en lo social, en lo productivo, en la educación, en la salud, sigue gozando de la complacencia de las mayorías. ¿Qué sentido tiene cambiar algo si se sigue disponiendo del favor de los electores? Claro que, frente a un poder que dispone de todos los recursos, apoyado oficialmente en más de un 60% de los votos, totalmente centralizado y monocrático, lo que adviene es una resignación abrumadora, anulada la capacidad de protestas, miseria y carencias para la gente en beneficio de la grandeza de su líder, como esas mujeres viviendo en el infortunio para que su hombre se luzca. Claro que… por ahora. También flota, como una espada de Damocles, la violencia cuando la gente tome conciencia de los resultados de su elección, que se ha cerrado todos los caminos para manifestar sus disgustos y reclamos, que votó por la servidumbre voluntaria, que decidió sellar las puertas a cualquier otra alternativa, que optó por el cuartel como modelo de vida, cuartel con comandante incluido, que optó por la subordinación como modo de vida, que negoció su libertad por el canto de sirena de sedientos de poder y riquezas nunca satisfechos. Se votó "por amor" (el slogan publicitario de la reelección de Chávez), queriendo ignorar que el refrán "contigo pan y cebolla" hace mucho que dejó de tener vigencia, más cuando el pan duro y la cebolla rancia nos tocan siempre a nosotr@s y el whisky 18 años a los gobernantes.

También cabe una palabra acerca de los resultados de la elección. ¿Hay alguien que pueda poner la mano en el fuego por los datos que hemos recibido sobre cómo votaron los venezolanos? Sólo sabemos que se dieron unos números, curiosamente iguales a encuestas oficiales a todas luces desconfiables, y que el gobierno, la oposición, el CNE (organismo electoral del país) y todos los observadores se apresuraron a aceptar. Pero ¿son de creer? Quizás la prueba de lo que decimos es que, cuando todo el país esperaba un lunes pleno de conflictos, tenso y hasta violento, nada pasó. No hubo festejos multitudinarios de los ganadores, no hubo protestas de los perdedores, el 4 de diciembre fue un lunes de resaca, pero sin haber comido ni bebido. Eso si, nos encontramos con la novedad de una oposición con todos sus voceros haciendo esfuerzos denodados para convencer a propios y extraños que había perdido abrumadoramente, pero que eso la hacía triunfadora ¡Curiosidades de la lógica política caribeña!

º No reinventemos el fracaso

Frente a esta voluntaria resignación ante el poder, sólo cabe recordar que el hombre que permite que los demás elijan por él su plan de vida, establezca sus metas, no tiene más necesidad que la facultad de imitación de los niños y, aunque pudiera tener logros haciéndolo, su valor como persona humana no se ve incrementado porque no se trata sólo de lo que hacen los hombres sino también la clase de hombres que lo hacen. De todo lo que hace el hombre, lo más importante es el hombre mismo y decidir que otros lo hagan por uno, es renunciar a lo mejor que se puede hacer. Todo señala que el individuo va camino de perderse bajo el dictamen de una dirigencia mediocre, moderada en inteligencia y en inclinaciones, y que ha optado por someterse a reglas de conducta que esa dirigencia imponga. En el supuesto negado de que esa dirigencia tuviera rasgos de una filantropía moral (algo que nada lo indica), lo hace nacida de una estrecha teoría de la vida y tiene como meta mutilar cualquier señal de diferencia, tanto en lo público como en lo privado. Una dirigencia que, en su afán de dominio, se fija como objetivo producir una homogeneidad que elimine toda oposición y control a sus ambiciones.

Sí las mayorías, cada vez más deprimidas, siguen apoyando al régimen con firmeza, cabe preguntarse ¿Será que el Comandante, pantallero, mentiroso, impuntual, aprovechado, desagradecido, embaucador, inculto, es el verdadero representante de la forma de ser del venezolano, como dice el humorista Zapata? Si no lo es, después de 14 años de Chávez en el poder, seguramente lo será porque habrá fabricado un país a su medida, que es pequeña cultural y moralmente hablando, y así será la talla que tendrá la gente. Y cuando Venezuela salga de este cono de sombra, como sucedió a mediados del siglo XX, se encontrará nuevamente perdida en un mundo del que no tendrá idea, y habrá que volver a empezar. Quizás, entonces, la generación Chávez (en el 2013 los que tengan 30 años habrán pasado la mitad de su vida bajo este régimen) considere un logro político reinventar el Pacto de Punto Fijo (acuerdo entre partidos que reguló la vida política venezolana de 1958 a 1998), tal como en su oportunidad se eligió a Chávez con el mismo discurso con que se encumbró a Cipriano Castro a principios del siglo XX.

La historia dicen que se repite 3 veces, primero como epopeya, luego, cuando surgen las críticas, como drama y finalmente como farsa. Hoy, los venezolanos han decidido enfrentar los desafíos del siglo XXI dirigidos por la familia Chávez con la inestimable ayuda y lucidez de Lara, Rangel, Acosta Carlés, Chacón, Cabello, Reyes, Tascón, Maduro, Flores, Isturiz, Ramírez, García Carneiro, Varela, Escarrá, Alí Rodríguez, Isaías Rodríguez, Merentes, Giordani, Tarek, Barreto, Bernal, Valero, Arias Cárdenas y sus respectivos allegados. Leyendo estos nombres, lo que viene epopeya no es y no sabemos si dan ganas de llorar o reir.

Latinoamérica parece querer mantenerse encadenada con el pasado patriarcal y rural en el que tan bien se siente, a pesar de fracasos y desilusiones, conservándose en esa centenaria infancia cultural, quejosa e inoperante, que la hace dependiente de hombres autoproclamados encarnaciones del destino, como Perón, Pinochet, Fidel, o Pancho Villa. Ahora que Fidel y Pinochet se mueren, esa figura del dictador-padre-iluminado-profeta que tanto daño ha hecho, renace en Venezuela con otro estentóreo comandante, exactamente igual que sus antecesores, sin nada que lo avale, que nunca desenvainó su sable en ningún combate, que manda a otros a morir y sufrir para su gloria, que perdió todas la batallas que emprendió presuntamente para favorecernos pero que sólo han beneficiado a su grupito. A este nuevo dictador-padre-iluminado-profeta hoy la gente ha confirmado como su héroe generacional.

La tarea por la re-construcción, que no ya la construcción, será larga, penosa, con muchas lágrimas y sacrificios y exige los mejores temples y las mejores conciencias para intentarla. Nada de esto ha faltado a l@s anarquistas que, hoy por hoy, parece que representamos la única vía para edificar un futuro alternativo, vista la oposición y el oficialismo que se muestra en derredor.


La revolución no debe ser prostituida...

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